Desde aquel primer cuarto convertido en oficina —una mesa de plástico, una laptop y el nombre ARMY pegado con cinta en la puerta— nuestro propósito no ha cambiado: diseñar un futuro donde la comunicación inspire al cambio.
Lo que empezó con proyectos de amigos y familiares fue tomando fuerza hasta colaborar con marcas de alcance internacional. En el camino hemos contado historias para restaurantes, universidades, hospitales, zoológicos, firmas de calzado y moda, veterinarias, automotrices, tostadores de café, franquicias globales, aseguradoras, chefs… y algún que otro supervillano.
Creamos la agencia con un objetivo claro: trabajar en un ambiente de colaboración y exploración constante. Creemos en las personas y en el talento que surge cuando cada quien aporta su mejor versión. No buscamos “al mejor equipo del mundo”, sino sacar lo mejor de cada persona que se une a nuestro viaje.
Hoy, con la misma curiosidad que nos movía en aquel cuarto, seguimos abiertos al cambio y a la innovación, firmes en nuestra misión de crear productos digitales para humanos normales.